miércoles, 21 de septiembre de 2011

PICASSO CONQUISTA BRATISLAVA

SpainArt acerca un centenar de obras del genial artista al público eslovaco en la exposición más importante celebrada en este país en los últimos años
El director de la Galería, el embajador de España y la manager de la exposición.
El pasado 8 de septiembre se inauguró en el Palacio Mirbach, sede de la Galería Municipal de Bratislava, en la capital de Eslovaquia, la exposición de Pablo Picasso titulada Suite Vollard, amor y muerte. La muestra contiene toda la serie gráfica de Pablo Picasso titulada Suite Vollard, un centenar de obras a las que se sumaron tres más ajenas a esta serie y un boceto para el Guernica, además de dos retratos de Dora Maar, también obra gráfica. La exposición ha sido gestionada por SpainArt, la Asociación para la promoción del Arte Español y el Intercambio Cultural, con sede en Tenerife y que el año pasado organizó una muestra itinerante por Centro Europa titulada “Pintura Canaria del siglo XX”, respaldada por el programa Septenio del Gobierno de Canarias.
Ivan Jancar expresó su sincero agradecimiento a la gestión de Marcela Tosal.

La exposición de Picasso permanecerá abierta desde el 9 de septiembre hasta el 13 de noviembre de 2011 y está comisariada por el catedrático de la Universidad de La Laguna, Fernando Castro Borrego. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía prestó el total de las obras y la muestra está auspiciada por el Presidente de Eslovaquia, Ivan Gašparovic y apoyada por la Embajada de España en Bratislava.
Los artífices de este proyecto: Fernando Castro Borrego, Ivan Jancar y Marcela Tosal.
El embajador de España en Bratislava, José Ángel López Jorrin, y el de Francia coincidieron en afirmar que se trata de la exposición más importante acogida por la capital eslovaca en los últimos años y el numeroso público asistente a la inauguración así lo corroboró, dejando patente el interés que sigue despertando el genial artista español. Tanto el director de la Galería, Ivan Jancár, como el embajador español, destacaron el papel de Marcela Tosal, presidenta de Spain Art y manager de la exposición, en la gestión de esta muestra.

Numeroso público asistió a la inauguración de la que es la muestra más importante del año en Eslovaquia.
Según constató el comisario de la exposición, el catedrático tinerfeño Fernando Castro Borrego, en los 100 grabados en cobre que componen la Suite Vollard de Pablo Picasso, realizados entre 1930 y 1936, se manifiesta una concepción agonística de la vida. Los dos protagonistas principales, el escultor y Minotauro, mantienen posiciones antagónicas: el primero contempla su propia creación, y se mantiene distante y meditativo,  mientras que el segundo, guiado por sus instintos, no piensa en la consecuencia de sus actos. El juego de los contrarios está siempre presente en el devenir de la acción dramática.
El público asistente admiró la obra de Picasso y elogió la instalación de la misma.
Picasso seleccionó 97 planchas de cobre  a las que añadió los tres retratos del marchante Ambroise Vollard, quien tras haber adquirido todas, encomendó su impresión al gran maestro grabador francés Roger Lacurière. Desde un punto de vista iconográfico, se trata de un desarrollo de ciertos motivos que ya estaban presentes en dos series anteriores: el  Chef d’oevre inconnu (1927), y Las  metamorfosis (1931), cuyo comitente fue el mismo Ambroise Vollard.
El Palacio Mirbach, sede de la Galería Municipal de Bratislava (Eslovaquia).

Las 40 planchas del Taller del escultor constituyen el núcleo de la Suite Vollard. En ellas la imagen del cuerpo femenino desnudo deviene una plasmación de la idea de lo bello como perfección y plenitud. Pero Picasso no es un simple “comentarista”, interesado en glosar uno de los grandes temas de la historia del arte occidental: el desnudo femenino. Su interpretación del cuerpo desnudo de la mujer implica no sólo el triunfo de la carne, sino también el triunfo del tiempo. Acerca de sus desnudos femeninos recostados en un sofá (femmes dans un fauteuil), afirma lo siguiente: “Busco atrapar el movimiento de la carne y de la sangre a través del tiempo. Deseo destacar la angustia de la carne que, incluso en la hora de su triunfo, ‘la belleza’, se sobresalta por los signos que anuncian las alteraciones del tiempo”. No es posible reinterpretar la idea de lo bello sino en relación con el deseo y la muerte. Y cuando el deseo erótico irrumpe como un ciclón lo arrasa todo, haciendo que el sujeto deseante pase súbitamente del placer al dolor, sin transición que haga soportable semejante cambio. Esto sucede cuando Minotauro entra en escena. En el relato dramático se introduce de este modo una instancia ética, pues hasta entonces todo giraba en torno a la estética. Dicho salto de la estética a la ética se manifiesta en la preeminencia del mal y la culpa sobre la belleza y el bien. Nada queda entonces de la “noble sencillez y la serena grandeza” que Winckelmann predicaba del ideal estético. En ninguna otra obra del artista español se pone de manifiesto de forma tan nítida dicho desplazamiento como en la Suite Vollard. La pasión del seductor por las máscaras y las metamorfosis, que se manifiesta también en la identidad lábil y líquida del hombre moderno, explica el carácter proteico de la obra de Picasso, su rechazo a aferrarse a un solo estilo que le garantizase un sello reconocible.   
El comisario de la muestra, Fernando Castro Borrego y la manager de la exposición, Marcela Tosal.
Lo más original de la Suite Vollard estriba en el tratamiento de los hechos narrados. Hay un doble plano: de una parte, la idea objetiva de la belleza; de otra la imbricación de esta en el decurso vital del artista, Podemos seguir la secuencia cronológica de las planchas con gran exactitud, dado que el artista grabó la fecha en que las iba ejecutando.   Picasso concebía el grabado como escritura autobiográfica: el contenido de la representación es el propio artista, su mente y sus deseos, haciendo de la representación una verdadera puesta en escena. Esta relación entre lo objetivo y lo subjetivo se resuelve en virtud del tratamiento teatral. Picasso no tiene problemas en ponerse la máscara del escultor o la del Minotauro, y para que quede constancia de su performance, graba en cada plancha la fecha sus encarnaciones sucesivas. Pablo Picasso es el verdadero protagonista de la acción.

Una exposición que hará historia en Bratislava y que ha supuesto un cambio en el sentido del viaje de los turistas de arte que vienen ahora de la vecina Austria y Chequia para admirar la muestra de Picasso en Eslovaquia.

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